sábado, 31 de julio de 2010

El mundo y sus posbilidades de ahorro energético

El ahorro energético
Ante la inevitable e inminente reducción de la oferta de petróleo que cabe esperar en los próximos años, la medida aparentemente más lógica, sencilla e inmediata que se puede adoptar es tratar de reducir el consumo energético, para ir adaptándolo a la realidad geológica marcada por la curva de Hubbert. Si en lugar de actuar de este modo se opta por forzar la explotación de los yacimientos petrolíferos del planeta, el efecto que se puede esperar es que se alargue la meseta de la parte superior de la campana de Hubbert, es decir, que se logre atrasar el inicio de la caída de la producción mundial de petróleo, pero de lograrse, el efecto posterior será que cuando se inicie la caída ésta resulte más pronunciada.

Así pues, el ahorro energético es la medida aparentemente más sencilla e inmediata de aplicar, pero no está exento de dificultades para ser aplicado masivamente:

Por una parte, los gobiernos de los países más poderosos del mundo se ven obligados a mantener el crecimiento como objetivo básico de sus políticas económicas, puesto que si tratasen de establecer unilateralmente políticas drásticas de reducción del consumo, éstas chocarían con los intereses del sector empresarial y de las grandes compañías multinacionales; podrían también afectar negativamente a la actividad económica y al empleo; amenazarían al equilibrio del sistema financiero; encontrarían rechazo entre los agentes sociales y económicos; y podrían encontrar oposición por parte de los países y de las instituciones económicas con los que mantienen compromisos internacionales. Por otra, hasta ahora, el crecimiento económico siempre ha venido acompañado de incrementos en el consumo de energía.


Las empresas privadas necesitan de elevados niveles de consumo para mantener sus ventas y beneficios, y se valen para ello de la publicidad, que estimula a los ciudadanos al consumo.


No se puede disminuir significativamente el consumo de petróleo en muchas actividades productivas básicas como la agricultura o los transportes.


Si ya parece difícil que los países más desarrollados dejen de aumentar sus niveles de consumo, puede resultar aún más complicado que los países con menor nivel de renta per cápita acepten renunciar a aumentar el suyo, en su objetivo de salir de la miseria y tratar de igualar el nivel de consumo de los países más desarrollados.

Las otras fuentes de energía
La otra posibilidad para reducir el consumo de petróleo sería comenzar a sustituirlo por otras alternativas energéticas. En la actualidad, las fuentes de energía basadas en recursos finitos no renovables (combustibles fósiles y fisión nuclear), que tantos problemas de contaminación generan, aportan el 86% del enorme consumo de energía global. Las demás fuentes energéticas pueden continuar siendo complementarias en la producción de electricidad, pero no pueden aumentar tanto como para reemplazar la gran cantidad de energía suministrada por las no renovables para cubrir los requerimientos de la sociedad, y menos si la población mundial y las economías de los países continúan en crecimiento.

El petróleo representa el 35 % del total del consumo energético global y más del 90 % de la energía empleada en los transportes Resulta muy complicado que pueda ser sustituido como carburante, pues debería primero aparecer una fuente de energía con sus prestaciones y en cantidad suficiente, y a continuación adaptar o sustituir el inmenso parque de vehículos actual – más de 800 millones— para que pudiesen funcionar con ella, así como desarrollar toda la infraestructura para la producción, transporte y distribución de la misma por todo el mundo.

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